Esta obra captura el descenso de Odiseo al Hades, guiado por las instrucciones de Circe. Tras realizar sacrificios para invocar a los muertos, Odiseo busca al adivino Tiresias, quien predice un difícil pero posible regreso a Ítaca.

La pieza representa a Tiresias no como un humano, sino como un monstruo onírico con ojos que simbolizan la ceguera y la mirada desorientada. Con una boca en forma de pato y extremidades incompletas, el artista crea un mundo surrealista. En esta obra, la artista retoma el tema de los bestiarios, seres irreales que transmiten una sensación de extrañeza y revelan un mundo de pesadilla.